La región menos conocida de Quintana Roo

El sur de Quintana Roo es la región turística menos desarrollada del estado que más visitantes recibe en México, una situación que puede cambiar rápidamente por obras como el Aeropuerto Internacional de Tulum y el Tren Maya.

Sus atractivos son muchos y muy diversos, los amantes de la naturaleza, de la cultura, de la gastronomía, del mar y de la fiesta siempre encontrarán un buen motivo para visitar más de una vez esta extraordinaria parte de México.

El pasado 14 de octubre se suscitó uno de los fenómenos astronómicos que más interesa a la humanidad, un eclipse anular de sol; hay diversas creencias en relación con ello y una de ellas es que se trata de un momento de renovación.

En esta ocasión la península de Yucatán fue uno de los mejores lugares del mundo para observar este acontecimiento y nosotros lo vimos en la zona arqueológica de Kohunlich. Así que acompañados de un chamán, asistimos a este espectáculo desde este vestigio maya.


Este sitio arqueológico es un enorme asentamiento formado por una serie de complejos arquitectónicos de carácter ceremonial y residencial; aún quedan muchas otras estructuras para explorar, pero lo que ya está a la vista es extraordinario.

Hoy se puede explorar tranquilamente, ya que está rodeado de abundante vegetación en donde se puede disfrutar de la sombra de grandes árboles.

En el momento del eclipse se hizo un silencio absoluto y hasta el fascinante ruido de los monos aulladores cesó ante el prematuro anochecer, las aves retornaron a sus ramas y los grillos anunciaron el final del día que duró unos minutos antes de volver a amanecer.

Donde nace el cielo

Ese mismo día fuimos a la Reserva de la Biosfera de Sian Ka´an que esconde uno de los secretos mejor guardados de Quintana Roo: El sitio arqueológico de Muyil, donde los mayas hacían sus transacciones comerciales con la zona del Caribe

Para ello tuvieron que construir unos canales de bajo calado entre la laguna de Muyil y la salida al mar para poder transportar sus mercancías por medio de canoas.

Aunque Sian Ka´an  cuenta con playas, dunas, cenotes, arrecifes de coral y una selva tropical, donde habitan más de 300 especies de aves, miles de ejemplares de plantas y cientos de animales; hacer un paseo flotando en el agua dulce y cristalina de esos canales es una experiencia poco conocida por los miles de turistas que arriban cada año a Tulum, en el sur de Quintana Roo.

Hay que llegar a la laguna de Muyil para tomar una lancha y cruzar a la laguna de Chunyaxché conectadas por un canal que ha estado en uso durante siglos.

Después de esa breve travesía llegamos a un pequeño muelle en donde se encuentra el Xlapak, una edificación maya construida al inicio de un río.

Aquí da comienzo una experiencia única e inolvidable en donde las cálidas aguas te llevan flotando a través de los manglares con la ayuda de un chaleco salvavidas.

Las plantas epífitas como orquídeas y bromelias aparecen en las dos orillas del afluente; las aves realizan sus vuelos entre la vegetación camufladas por su plumaje, aunque sus cantos las delatan.

Y así por alrededor de 30 minutos, escuchando el trinar de las aves y el viento que mueve los pastizales, la relajación es inevitable suspendidos sobre el agua mientras la suave corriente nos va guiando perezosamente por estos antiguos canales.

Después de flotar regresamos caminando por un sendero de madera sobre los humedales para encontrar la lancha que nos llevará de regreso a tierra firme para salir de “donde nace el cielo” significado maya de Sian Ka´an, que por algo fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987.

Tulum, naturaleza y confort

¿Quién no ha escuchado esas historias de hipsters adinerados hospedándose en el “Ibiza mexicano”, donde hay habitaciones sin aire acondicionado y en hoteles que cortan la energía eléctrica alimentada por gasolina a las 11 de la noche y todo ello por la “módica” tarifa de mil dólares la noche?

Para algunos tiene su encanto una regadera con un caracol caribeño en el extremo por donde sale el agua, un baño al aire libre y una fiesta interminable.

Después de muchos años sigue siendo famosa la escultura “Ven a la luz”, la espectacular obra de Daniel Popper, donde un gigante de paja parece abrir su pecho para recibir a los visitantes; una foto que muchos quieren en sus redes sociales, aunque ahora hay que pagar por sacarla.

También la oferta de hospedaje se va sofisticando y al inicio de octubre Inclusive Collection de Hyatt abrió un Secrets que es el primer todo incluido de más de 300 habitaciones en el destino.

Este año también comenzó a operar Shibari, un hotel boutique de 64 habitaciones, que combina suites modernas y confortables, construidas alrededor de un cenote.

La apuesta de los propietarios de este lugar, que dirige Miguel Soto, es ofrecer un ambiente de fiesta moderada con un DJ que marca el ritmo a ciertas horas del día y de la noche, pero donde se privilegia el descanso a partir de las 11 pm.

Dotado con un spa, Shibari es el nombre de una técnica japonesa que a través de nudos promete desatar la energía personal; un sofisticado concepto, en donde juega un papel la confianza en el otro para vencer la ansiedad y que también tiene una connotación erótica.

En Shibari el chef ejecutivo Diego Isunza optó por un menú de lo que llama “cocina confortable”, es decir platillos deliciosos, incluso sofisticados pero que no se convierten en un reto para quienes no son aficionados a la alta cocina.

Algunos ejemplos son un arroz frito con rib eye de wagyu; unos ñoquis con salsa de flor de calabaza que recuerdan las quesadillas de papa y flor de calabaza que comía con su abuela en el Mercado de Coyoacán; o una hamburguesa con mermelada de jitomate.

Isunza trabajó como chef en el servicio exterior mexicano, así que tiene la experiencia de haberle dado de comer a reyes, dignatarios y personalidades del mundo de la cultura.

Durante la pandemia trabajó, además, con un magnate a quien acompañó por diversas partes del globo y su experiencia como viajero también la ha capitalizado en un menú que incluye técnicas de México, Asia y Europa.

Inmersión al arte

A través de una oquedad camuflada por una roca, inicia un camino de bejuco con forma de embudo que te embulle al interior del nuevo centro de arte Azulik, ubicado en el poblado de Francisco Uh May, a pocos kilómetros de Tulum.

Participar de un ritual con copal y liberarse del calzado son requisitos para ingresar a lo que en apariencia es un caos, con estructuras antropomorfas que parecen emerger de los techos, puentes flotantes que ondulan en el aire y parecen no ir a ningún lado y, sin embargo, te conducen al centro del todo.

La vegetación que cuelga de los techos y los árboles que aparecen de la nada van llevando al visitante sutilmente a vivir una inmersión a través de los sentidos dentro de este recinto en donde sentir paz y armonía son el objetivo por lograr.

La música, los rincones con cojines dispuestos para meditar o simplemente para hacer una pausa y sólo observar como todo va tomando orden y cómo las habitaciones se conectan a través de caminos serpenteantes guiados por los espacios entre los árboles.

En el corazón del centro nos espera “El Gnomo” un personaje llamado así por tener unas orejas puntiagudas, pero que es un experto en resonar los cuencos tibetanos y hacer terapias sanadoras a través de su sonido.

Este proyecto ideado por Roth (Eduardo Neira), fue pensado para que su arquitectura se integre al medio ambiente en donde se encuentra y está diseñado para garantizar que no deje huella de carbono.

Los espacios son una combinación de materiales de origen local que incluyen superficies de cemento pulido que ondulan de piso a techo y pisos de bejuco, una planta nativa de la región, cuyos tallos son colocados a mano uno por uno.

Incluye un espacio al aire libre dispuesto para dar rienda suelta a los creadores de moda y de diseño, un estudio de grabación vanguardista, una escuela de arte que reúne la artesanía a base de nudos que produce la población maya local; así como artistas residentes, estudiantes internacionales y académicos.

Además, tiene un restaurante de alta gastronomía de productos locales y ofrece una cata de mezcal y chocolate.

50 Best

En el ámbito gastronómico, Arca está en sitio 23 de los 50 Mejores Bares de Norteamérica y en la posición 29 de los 50 Mejores Restaurantes de América Latina, según la revista británica Restaurante que otorga los 50 Best.

El chef José Luis Hinostroza, un apasionado de la cocina vegana, está al frente de este proyecto que conjuga productos mexicanos, técnicas internacionales y también proteína animal.

Las presentaciones de sus platillos son casi de orfebrería como un sikilpak, la famosa pasta a base de pepitas de calabaza que es común como botana en Yucatán, aunque aquí cada una de las semillas crujientes es colocada encima de esta especie de hummus, que colocado sobre la mesa parece un “joyero” comestible.

También es memorable un tuétano carbonizado, cubierto de carne seca y polvo de chapulines oaxaqueños.

Los cocteles son muy creativos, por ejemplo, el “Chichén” con tequila blanco, jarabe de piña rostizada, limón y amargo de angostura.

Hoy el sur de Quintana Roo se apresta para atraer más viajeros y, mientras ello sucede, la belleza natural y la creatividad de los emprendedores lo siguen colocando destacadamente en el mundo del turismo.

El Financiero

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