Los arqueólogos mexicanos han desenterrado un nuevo enigma en Tulum, ciudad prehispánica que está ubicada en las orillas del Caribe, revelando los misterios de una cueva que resguarda una historia ancestral.
Con 11 entierros cuidadosamente dispuestos y acompañados de ofrendas que incluyen peces, tortugas, caracoles y otros animales marinos, este hallazgo arrojaría datos y creencias de la élite que una vez habitó esta región.
El arqueólogo José Antonio Reyes Solís, coordinador del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza) en Tulum, remarca la importancia de la ubicación de esta cueva, ubicada entre los Palacios del Halach Huinic y de las Columnas.
Además, el descubrimiento realizado durante la expansión del área de visita, revela no solo la riqueza arqueológica de la zona, sino también su intrincada red de creencias y prácticas ceremoniales.
La excavación deja al descubierto una cavidad de nueve metros de largo por seis de ancho, dividida en tres recámaras, donde yacen los restos de individuos pertenecientes a la élite de la sociedad prehispánica. Además de los entierros, se han encontrado objetos de gran valor cultural, como una vasija y un molcajete de cerámica que datan del periodo Post-Clásico Tardío (1.200 a 1.500 d.C.), testimonios tangibles de una época en la que la civilización maya alcanzó su esplendor.
A medida que los arqueólogos profundizan en el análisis del material encontrado, surgen nuevas preguntas sobre el uso de los animales en las prácticas ceremoniales y rituales de esta sociedad antigua. Entre los restos identificados se encuentran peces loro, mantarrayas, tiburón tigre, barracudas, tortugas marinas y terrestres, así como huesos de mamíferos y felinos, que podrían pertenecer a jaguares u ocelotes.
Aunque la excavación ha llegado a su fin y la cueva ha sido cubierta para su conservación, el futuro reserva la posibilidad de que este sitio excepcional se abra al público en algún momento, permitiendo que visitantes de todo el mundo contemplen este fascinante testimonio del pasado.
Los restos encontrados han sido trasladados a los laboratorios del Centro INAH Quintana Roo, ubicado en Chetumal, donde continuarán siendo estudiados y preservados para las generaciones futuras.
Tulum, conocida también como la ‘ciudad amurallada’, ocupa un lugar destacado en el paisaje arqueológico de México, siendo la tercera zona más importante después de Chichén Itzá y Teotihuacán.
Su ubicación en la ruta de comercio del Caribe, así como su impresionante arquitectura y su rica historia, la convierten en un destino imperdible para los amantes de la arqueología y la cultura mesoamericana.